Los pescadores de Malta llevan siglos faenando en sus barcas de madera y vivos colores, los «luzzu». Para jóvenes como Jesmark, sin embargo, cada vez resulta más difícil ganarse la vida en un Mediterráneo de recursos limitados y frente a una legalidad que perjudica a los sectores económicos más frágiles del ecosistema que pretende proteger.